miércoles, 21 de abril de 2010

Duatlones de primavera

En este último mes de abril he ido dejando el rastro por diferentes sitios, participando en varios duatlones.

El primero de ellos el Duatlón Cross de Villaquilambre, cerca de casa. Con barro hasta las orejas y un circuito recortado por culpa de ese barro, pero con una mañana luminosa que permitía ver al fondo la montaña nevada (si se levantaba la cabeza para mirar al horizonte, claro). Me lo pasé muy bien, con ánimos de los conocidos y alguna pequeña reprimenda porque dicen que no llevo cara de sufrimiento como el resto ;-)

El siguiente fin de semana, el Campeonato de España de duatlón contrarreloj por equipos, en Segovia. De esta prueba me quedo con que fue preciosa, con salida y meta bajo el acueducto. El tramo de carrera a pie por el casco antiguo, y en el de bici unas estupendas vistas de la ciudad. Y el ambiente, increible. Mucha animación, muchos turistas sorprendidos... La prueba fue dura y divertida, diferente al resto al ser por equipos, como una contrarreloj ciclista. Pendientes unos de otros, dando relevos en la bici...

Y por último, el Campeonato de España de duatlón por grupos de edad. En esta ocasión en Gijón. En el duatlón de Rivas, allá por febrero, conseguí la última plaza que daba acceso al campeonato en esa carrera en mi grupo de edad, casi por sorpresa. Así que allí me planté con más gente de mi club. Un día estupendo para estar tomando el sol en la playa de San Lorenzo (o corriendo un duatlón) y con un poco de respeto a la distancia: 10 carrera-40 bici-5 carrera.

Pistoletazo de salida a las tres de la tarde, tras malcomer sin ganas un planto de pasta blanda y fría (puaj!!) a las 12 de la mañana. Los 10 primeros kilómetros, mal medidos (eran 10.800 metros más o menos), fueron duros precisamente por eso, por la medición. La gente salió muy fuerte, y al ir percatándose que cada vuelta era más larga de lo que debía ser, iban reduciendo el ritmo, lo que me permitió ir adelantando gente todo el tiempo.

Luego, a la bici, con la transición sobre la verde hierba de las Mestas. 10 km antes son mucha tela, y los gemelos en la bici, a cada cambio de ritmo, me iban diciendo cosas. Se trataba de dos vueltas de 20 km cada una, con la subida al alto del Infanzón como principal dificultad. Aunque para mí la mayor dificultad venía en el llano y las bajadas. En el llano porque no sé rodar en grupo, coger la estela, y enseguida me quedaba unos metros descolgado y era imposible enganchar. Y en la bajada porque mi clavícula y yo hemos decidido que trazar de semejante manera no nos lleva a ningún lado. Así que en ese tramo pude perder unos 4 minutos respecto a los que transitaban en grupo. Y no sólo perdí tiempo, también fuerzas, pues anda que no se rueda mejor protegido del viento. Pero bueno, todo es cuestión de práctica.

Y después de la bici, 'sólo' quedaban otros 5 km de carrera de nada. Las fuerzas ya faltaban, y los que en otras pruebas me decían que no llevo cara de sufrimiento ya no podían decir lo mismo. Se dejaban notar los efectos del calor, el hambre y las cuestas, y más que cara de sufrimiento diría yo que cara de concentración. Concentrado en que las piernas corrieran como al principio, y no como las muñecas de famosa, y en que los gemelos y los cuádriceps se relajaran un poco tras la paliza que ya llevaban.

Y al final la meta, y con ella una primavera de duatlones. Contento, recuperando la forma poco a poco, tras la caída del año pasado. Y lo mejor, disfrutando con la gente del club de las pruebas, de los viajes y de los entrenamientos. Todo ello, acompañado con poner bien los dos pies en el suelo antes de bajarme de la bici, hace que esto del duatlón me haya gustado.

¡Ahora a por los triatlones!

1 comentario:

A. Escalada dijo...

Duo: dos veces loco!!!
Tria: loco, loco, loco!!!
Abrazos,