Turismo de zapatilla VII. Alcalá de Guadaíra

Meter siempre las zapatillas en la maleta cuando viajo me permiten hacer turismo de zapatilla. La verdad es que es de las mejores maneras que conozco de visitar los lugares: calzarme las zapatillas y echar a correr. Es más rápido, se ven muchas cosas y me sirve para estar ubicado en lugares que desconozco, para luego poder patearlos con mayor tranquilidad.

Y en ocasiones, como hace un par de domingos, esto del turismo de zapatilla se puede realizar en plena carrera. Algo así como una ‘visita guiada’. Fue en Alcalá de Guadaíra, Sevilla, en la edición número catorce de la carrera popular Alcalá Panadera. 15 kilómetros de turismo de zapatilla en estado puro, en tres tramos bien diferenciados.

El primero de ellos, Alcalá urbano. Nada más salir, y tras visitar la pequeña ermita de San Roque en lo alto de un monte cercano al pueblo, cruzamos el río por un puente de piedra y tras callejear un poco por el pueblo la carrera nos llevó a lo alto de la fortaleza, por unas preciosas calles empedradas. Y desde lo alto, claro, unas bonitas vistas. Luego, bajada de nuevo hacia el río, que volvimos a cruzar.

En el segundo tramo nos llevaron a descubrir el monte y el campo de Alcalá de Guadaíra. También tras subir por una zona urbanizada, llegamos a la zona más alta del recorrido, el monte y los campos. Caminos de tierra compacta, de color ocre, de albero, contrastando con el cielo azul y limpio tras la lluvia del día anterior, y las siluetas de los corredores recortándose en
el horizonte.

En el último tramo pudimos descubrir las laderas del monte que dan al río, y sus pinares, así como la ribera, por la que discurre un camino en paralelo al agua, lleno de caminantes, que nos llevó de nuevo hasta la ermita que visitamos al principio, y por último a meta.

En definitiva, una mañana de domingo de las que no se olvidan. Con un día espléndido, un recorrido de lo más entretenido, en buena compañía y además haciendo turismo de zapatilla. Si a eso se une una buena organización, como fue el caso, pocas cosas más se pueden pedir a una carrera.