martes, 22 de enero de 2008

El astronauta

Cómo es esto de la imaginación.
Ayer, al salir del trabajo, como todos los días, me monté en el coche y me puse de camino a casa. Para ello suelo tomar la avenida principal del pueblo, que en esta ocasión se había convertido en una pista de despegue de alguna aeronave. ¿Por qué? Pues porque ayer era casi luna llena, y la avenida del pueblo está colocada de tal manera que, en el sentido en el que yo iba, la luna aparecía justo delante de mi parabrisas, enorme, redonda, un par de palmos sobre el horizonte. Y justo a mi espalda, el sol poniéndose, con lo que todo alrededor se teñía de color naranja, incluso la propia luna.
Así que, con esta imagen, dejé volar mi imaginación, y en lugar de mi coche soñé que conducía algún tipo de nave espacial, que me dirigiría en breve a aquel satélite que brillaba frente a mí. Y que al llegar, me bajaba de la nave, y dejaba mi huella sobre aquel suelo blanco que nunca nadie había pisado.
Hoy, haciendo el camino contrario, yendo hacia el trabajo, y siendo aún de noche, me he vuelto a encontrar con la luna de frente, sobre la autovía plagada de coches con luces encendidas, intermitentes, luces de freno, carteles de neón, farolas.
Cómo es esto de la imaginación.
Hoy, en lugar de soñar que era el primer astronauta que se dirigía hacia la luna he soñado que habían pasado muchos años desde entonces, y que lo que ahora tenía delante era una autopista cósmica, plagada de naves con luces rojas y blancas, en una ciudad espacial que había sido construida como un satélite alrededor de la misma luna sobre la que ayer acababa de dejar la primera huella.
Yo creo que la luna se estará aún partiendo de risa. Esta tarde le pregunto.

1 comentario:

A dijo...

Había un bretón en la luna...

;-)