viernes, 11 de enero de 2008

Platero y yo

(Dedicada a mi padre, que sé de buena tinta que este libro es uno de sus favoritos)

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra... Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

— Tiene acero...

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.


Platero y yo
(Juan Ramón Jiménez)

1 comentario:

A. Escalada dijo...

Se me había pasado por alto tu dedicatoria. Es verdad. Tu buena tinta tiene razón... Si tienes el libro cerca, busca el capítulo XCVI, La granada... También me gusta. El capítulo, y la fruta. Fue mi regalo de Reyes, - este año, y siempre -, preferido!!!

Mira lo que yo he escrito:

http://sanmigueldeescalada.spaces.live.com/blog/cns!3E6D4F0024701D4D!5562.entry

Un abrazo,