La arena de miga es el nombre que recibe el terreno sobre el que se asienta Villanueva del Pardillo. Más o menos viene a ser el resultado de la descomposición o desgaste del granito. El color es un poco amarillento, muy parecido a la miga del pan. Y debido a ese desgaste del granito se suele formar bastante arena suelta, que no agarra nada.
Como los viernes salgo antes de trabajar me traje la bici a la oficina para aprovechar la tarde y estrenar los pedales automáticos. Efraín, un compañero colombiano de la oficina, también se trajo la suya, así que a eso de las tres y poco de la tarde nos pusimos a dar pedales. La ruta prevista iba desde Villanueva del Pardillo hacia el embalse de Valmayor, por una zona de dehesas, dejando la civilización a nuestra espalda. Las piedras sueltas y la querida arena de miga hacían que la subida fuese algo complicada, pero divertida.
Una vez en Valmayor cruzamos el embalse por la carretera y nos dirigimos ya por caminos a la vieja presa del río Aulencia. Aguas abajo del río continuamos, por una pequeña hoz, por donde había que ir empujando la bicicleta sobre bloques de piedra y cuestas. Y cuando ya se abría el valle tuvimos que meternos en un par de fincas privadas, cruzar el río y salirnos del itinerario previsto. Todo esto con pinchazo incluido (de tres veces que he cogido la bici he pinchado dos… a esto hay que ponerle remedio).
Y para acabar rodeo para volver a Villanueva, ya que entre fincas privadas, que en Madrid se hacen las cosas pensando sólo en los coches, todos los caminos están cortados, las nuevas carreteras no tienen vías de servicio… Una lástima, porque así queda un regustillo amargo a la ruta. Pero bueno, para otro día más y mejor.
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