El pasado sábado 23 de octubre se disputó el Duatlón Cross de Moraleja de Coca, un pueblo de Segovia, en tierra de pinares y arenales.
Ese pueblo también es la 'sede' y el 'origen' del club de triatlón al que pertenezco, el Club Deportivo Triatlón la Olma.
Nunca había podido acudir a la prueba, y por fin, este año, fue la primera ocasión en la que he participado. Tanto corriendo como echando una mano. Aunque en este caso, la mayor ayuda y participación fue la de la gente del pueblo, siempre dispuestos a arrimar el hombro para todo, a dar gritos de ánimo, encargarse de la entrega de dorsales, de preparar los bocatas para los participantes, de ayudar a los más pequeños en su prueba...
Por la mañana fueron las pruebas de los chavales, de todas las edades. Increíble ver el dominio que tienen al bajarse de la bicicleta al llegar a la transición. Mi clavícula y yo ya quisiéramos saber bajarnos de la bici de esa manera.
Y luego, por la tarde, la prueba 'oficial'. Un circuito muy chulo, con varios pasos por el pueblo, donde los paisanos y paisanas no dejaban de animar a todos los participantes (a los de La Olma más, claro). Y en la bici, mucha arena y muchos pinchazos por culpa de los abrojos. Cada vez me queda más claro que la bicicleta de montaña, al menos para mí, es para disfrutar del paisaje. O al menos eso me hicieron saber mis gemelos, que tras el segundo paso por los arenales decidieron subirse casi hasta las orejas. La bici, y sobre todo según a qué ritmos, pasa factura. Bueno, la bici y la falta de forma.
Pero lo mejor, y lo que más engancha, creo que es el buen ambiente que allí se respiraba. Entre los compañeros del club, los otros participantes, los animadores y animadoras, voluntarios... Una jornada de las que se recuerdan, sin duda.
1 comentario:
Una vez que superes esas pequeñas trabas con la bici no va a haber quien te pare. Como pedalees como corres...¡Jesús, no quiero ni pensarlo!
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