...es una victoria. O eso dicen, porque realmente sabe a derrota.
A derrota y a frío, como no recuerdo haber pasado nunca, si es que el frío tiene sabor a algo. Parece que he cogido la (in)sana costumbre de debutar con abandonos. Primer triatlón hace un par de años, caída y consecuente abandono. Y este sábado, debut en un 'media distancia', con abandono de nuevo. Aunque por suerte, en esta ocasión, mucho menos traumático.
Y es que, tal y como dijeron los de la armada invencible, no había venido yo a luchar contra los elementos. Al menos no contra los que se presentaron en Buitrago. No me refiero a los elementos que nos juntamos a la orilla del embalse de Riosequillo, ataviados con nuestros neoprenos negros, bicicletas y demás archiperres, aunque también fuésemos buenos elementos. Sino al elemento que se presentó más tarde, ya sobre la bici.
Lo bien que me habría quedado toda la tarde metido en el agua del embalse, tan calentita, con mi neopreno puesto, dando vueltas al circuito. Y pensar que cuando me apunté a esta prueba era precisamente la temperatura del agua lo que más reparo me daba. Pero con una vuelta fue suficiente, había que salir y coger la bici.
Se trataba en este sector de un circuito al que había que dar dos vueltas. Y aunque fuera la misma carretera, la segunda vuelta a mí me pareció que discurría por un lugar completamente diferente. Lo que antes eran verdes prados, se tiñó de repente de gris, bajo una cortina de agua y granizo.
Ahora me río al recordarlo, pero del frío que tenía, al bajar una de las múltiples cuestas que había en el circuito, me temblaba la bici entera. En aquel momento frené como pude, me paré, puse los pies en el suelo y comencé a revisar la bicicleta intentando encontrar alguna holgura que justificase aquellos temblores... hasta que al final me di cuenta de que el que tenía holgura era yo, que no paraba de temblar, y no mi pobre montura. Así que, en el siguiente cruce en el que encontré un voluntario, me detuve, dejé la bici en la cuneta junto a otras tres bicis más, y me metí en el coche del amable voluntario, en el que me estaban esperando otros temblorosos y tirillas deportistas.
En su momento me puse a pensar el motivo de no haber aguantado como muchos otros sí hicieron. La falta de preparación, el haber descansado poco las semanas antes... Ahora, ya en caliente (que no en frío, como entonces), creo que la retirada fue la opción más acertada. No me vale de nada compararme con otros. Cada situación y cada cuerpo es diferente, y sin duda los míos, esa tarde, no daban para más. Ya vendrán tiempos mejores y victorias de verdad.
2 comentarios:
Lo que hiciste fue, a mi humilde entender, toda una hazaña: tanto participar como saber retirarte a tiempo. Todo el entrenamiento previo, tanto físico como mental, te ha llevado a saber escuchar tu cuerpo, así que puedes estar satisfecho de tu progreso y ver esa gran victoria. La próxima vez: pasarás tan orgulloso la línea de salida como la de llegada ;-)
PD: Por cierto: da gusto leerte...
Gracias, astrofísica ;-)
No veas lo que pensé en la buena temperatura que debía hacer en las islas canarias mientras estaba debajo del agua jajaja
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