jueves, 15 de noviembre de 2007

Comida casera

Tengo la suerte de que la oficina en la que trabajo realmente no es una oficina, es más bien una casa. Por lo tanto tenemos hasta una cocina y un microondas, con platos, cubiertos, sartenes… todo un lujo.
No todos los que allí trabajamos comemos también en ella. De hecho, sólo Efraín y yo solemos comer todos los días en la oficina. El resto se va a algún bar a comer menú del día. Así que se puede decir que todos los días tengo comida casera.
El día antes en casa me preparo mis “tarteras” con la comida y así sólo tengo que calentarla en el microondas. E incluso alguna que otra vez me llevo algún filete de ternera o de pollo, o pescadito, y me lo hago en la sartén con un poco de aceite.
Pero claro, no todos los días apetece cocinar. Y entonces, ¿qué hacer? ¿Sufrir un menú del día en cualquier bar del lugar apestando a humo de cigarro? No, también en esto tengo suerte, y es que existe a una manzana de la oficina un lugar en el que sirven comida casera para llevar… ¡menudo descubrimiento! Y qué ricos están los menús. Conozco pocos lugares en los que sirvan una comida tan sabrosa y tan bien hecha, tan parecida a la que se puede comer en casa, cocinada con esmero y cariño por esas madres y padres, que también los hay.
Así que vaya desde aquí mi más sentido homenaje y agradecimiento a la buena mujer (el lugar se llama Comidas Caseras María Recio) que tuvo la brillante idea de montar un negocio así.

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